Y llegó la hora de votar ….

Lola Ruiz Arrebola
Y permitidme que empiece enlazando con dos temas que, como ser social que soy, me interesan. Se trata del binomio mujer y política.
Los partidos políticos debieran ser una herramienta de transformación social al servicio de la ciudadanía, sin embargo, en muchas ocasiones, lo que vemos son estructuras diseñadas para perpetuar en el tiempo las cotas de poder bajo un interés puramente personal.
Del mismo modo hablamos de los avances que puede realizar el feminismo en la política, que debe mirar con otros ojos la realidad para luchar contra la discriminación y la desigualdad.
Por primera vez en la historia nos encontramos con tres mujeres candidatas a la alcaldía de Baena. ¿Es importante y aplaudible? Sí, dado que ello significa que vamos avanzando, que no solo nos conformamos con lograr que más mujeres participen en política, algo que también persigue la paridad en las listas, esperamos que nunca como ‘mujeres florero’, sino que fomentamos y apoyamos ahora también los liderazgos femeninos.
Ahora bien, ¿es esto suficiente? Rotundamente no. Hace unos días leía un comentario en Facebook, donde se ponía en duda el “empoderamiento” de una joven, que integra las listas de un partido político de esta localidad, por el simple hecho de que su posición en la foto, su físico, su postura o vete tú a saber, no se le antojaba lo suficientemente “guerrero” a la persona que escribía dicho comentario. Independientemente de que este comentario se hiciera desde un perfil falso o no, es cierto que muchas mujeres asumen esos mismos roles que siguen perpetuando la sociedad patriarcal.
Y es que un partido político no será más o menos feminista por el número de mujeres que lo integren, sino que lo será en la medida en que las acciones y medidas políticas propuestas lo sean. De esta forma rechazo el empoderamiento cuando este se traduce en adoptar actitudes y comportamientos masculinos por parte de las mujeres que en dichos ámbitos intervienen. Son comportamientos heredados y asimilados por hombres y muchas mujeres en política, consecuencia de un mundo totalmente masculinizado hasta hace bien poco.
Y es que, tener una mujer líder en política no tiene por qué garantizar la defensa de la mujer, ni de lo femenino. Mucho se ha escrito sobre Merkel como oportunidad perdida para el feminismo, o dicho de otra forma, cómo el tener una mujer en la cancillería alemana durante 15 años no ha supuesto una mejora en términos relativos sobre la situación de las mujeres en Alemania.
Llámenme utópica pero realmente me gustaría, independientemente de que tengamos próximo Alcalde o Alcaldesa, que esta corporación inmediata trabaje para huir del androcentrismo que aún impera, sin darnos cuenta, en nuestra sociedad. Androcentrismo que se perpetúa, cuando, por ejemplo, una Alcaldesa se deja llamar en el salón de plenos Sra. Presidente.
Me gustaría disfrutar de unos plenos en los que se deje de ladrar y empezar a debatir constructivamente de los problemas del municipio desde el respeto, la tolerancia y la dignidad humana.
Y es que, una mujer, para ser buena política, no tiene que levantar la voz, gritar o ser más ‘guerrera’ para aniquilar o neutralizar al que piensa de forma diferente. El movimiento feminista puede ser heterogéneo y puede ser multidisciplinario, pero de lo que no hay duda es que se trata de un movimiento pacifista, dado que todos los logros que se están alcanzando han sido conseguidos a través de la manifestación pública, del activismo político y de la organización de instituciones que luchan por la plena igualdad de derechos.
