Cuaresma es tertulia, es amistad, fraternidad, sonidos, olores, oración y penitencia

En la noche fría, cuando empieza a nacer el Miércoles de Ceniza, un estallido de luz y pólvora ilumina la oscuridad, Baena se estremece en sus entrañas y empiezan a despertar y a vivir su especial CUARESMA.

En esos cuarenta días sus calles ir y venir cofrades, los judíos van a los talleres y tiendas dedicadas a sus arreos y empiezan a deambular con los parches, cordeles, chillones y anillas para preparar su tambor y que suenen a gloria una vez apretado en la prensa, que está instalada en un lugar especial para que sirva de reunión de amigos y tertulia. La cola ya está trenzada y hay que sacar el plumero por si perdió alguna pluma cuando el viento lo balanceaba. El fondo del tambor también lo tiene pulido. Al casco aún le queda, espera a la Semana Grande.

Los cofrades de vela también tienen sus rituales, las habitaciones de sus hogares las enviden las túnicas, las capas, los cordones, los calcetines, el capirucho está roto por lo que habrá que comprar uno a1 igual que los guantes que lo dejó olvidados en cualquier cuartel.

Las perchas se llenan de túnicas de terciopelo, de los tambores roncos así como de las figuras bíblicas que también con espero ponen sobre una mesa los rostrillos una mesa, los martirios y atributos, alguna peluca hay que peinar, el pelo está alborotado.

De las casas sale el olor entrañable de los pestiños y magdalenas que lo transporta el aire por todas las calles. Las mujeres se afanan por dejar más blancas aún sus fachadas encaladas, los cristales son trocitos de agua clara y los hierros de los balcones huelen a aceite linaza.

Los atardeceres de Cuaresma son sonidos de cometas y de tambores de las centurias romanes que esparcidas con el viento llegan a todos los rincones.

Las Camareras de las imágenes, empiezan a preparar el ajuar de cada una de ellas que con tanto cariño guardan y repasan para que la Semana Santa luzcan esplendidas.

También en algunas calles los hermanos de andas empiezan a ensayar el paso que han de llevar cuando disfrutando y a la vez sufriendo por el peso, porten con elegancia a su Cristo o a la imagen despertando la admiración de quienes lo contempla en nuestra Semana Santa.

Durante los cuarenta días las tabernas y los cuarteles son tertulias de cofrades, de convivencias de amigos, de recuentros entrañables.

La música y la poesía se hermanan en conciertos y recitales, en las iglesias, teatro y casas de hermandad, para elevar el espíritu y despertar nuestro sentir dormido que explota con la voz de los pregoneros que extasían con sus palabras a todo el mundo cofrade.

En la Cuaresma en Baena, se hace oración y se prepara nuestro interior para, en la celebración de la Eucaristía, en cada Miserere y besamanos en cualquier iglesia de Baena que se celebran. Canto del Miserere que se hace íntimos cuando la voz quebrada de la saetera penetra en el fondo de nuestro ser para despertar nuestro espíritu.

Casi sin damos cuenta han pasado los cuarenta días porque se han vivido intensamente porque Baena en Cuaresma es tertulia, es amistad, fraternidad, sonidos, olores, oración y penitencia, es renovarse como la Primavera con el aroma del azahar que perfuma sus calles, es preparación para vivir nuestra Gran Semana Mayor.

Carmeli Piemagorda Priego

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